Me
he despertado nostálgico. Tumbado en la cama me puse a pensar en
todas las mujeres que habían pasado por mi vida. Mire al techo
blanco y frió de la habitación intentando hacer una lista mental de
todas ellas. Al principio la lista parecía larga, pero luego se fue
reduciendo a una sola persona. Por mucho que intentaba pensar en
otras, siempre salía ella, como la primera de mi lista. Comencé a
recordar cosas que ya creía olvidadas y almacenadas en mi baúl de
recuerdos y los empecé a ordenar. Su cuerpo, me recordaba a las
estatuas griegas que había visto en libros de historia, su pelo liso
y negro se me escapaba entre mis dedos, mientras yo lo tocaba con
delicadeza quedándose este tacto memorizada en las yemas de mis
dedos. Recuerdo su cuerpo cálido entre mis brazos, sus labios
carnosos rozando con los míos cuando nos besábamos con pasión. Su
sonrisa, sus gestos, sus payasadas deliciosas que siempre me hacían
surgir una sonrisa. Porque pienso en ello si ya ha pasado el tiempo,
será porque lo tengo almacenado en la superficie de mis recuerdos.
La respuesta es sencilla, y es que nunca la quise olvidar, la deje en
la corteza para que al primer momento que pensara en mis amores
surgiera ella como un corcho que intentas hundir pero que sabes que
saldrá a flote. Moví la cabeza rápidamente como una coctelera para
que se aclararan en mi mente estos recuerdos, pero lo único que
conseguí fue mezclarlos y crearme confusión. Me incorpore en la
cama, pues este desorden mental me creo ansiedad, mire al espejo, que
se encontraba frente a mí. Allí estaba mi calva, mis pelos blancos
por los lados y mis arrugas de mil años vividos, reflejados en mi
rostro. A mi lado estaba una mujer mayor, que me miraba con los ojos
llenos de lágrimas, no sabía quién era, pero sabía que la quería,
se incorporó conmigo y girándose me beso en la mejilla, me hizo
apoyar la cabeza sobre la almohada y me cantó una canción que me
sonaba, pero que mi mente no conocía. Sabía que había recordado
algo, pero en aquel instante lo único que llenaba mi cabeza era
aquella mujer anciana que me amaba y eso solo me bastaba para poder
dormir de nuevo. Había tenido nostalgia pero no sabía de qué y me
perdí en los brazos del sueño del olvido.
Perdido en mis pensamientos y en mi rutina diaria me encontraba deambulando por la calle sin rumbo fijo, no sabía dónde iba ni tampoco donde mis pies me llevarían así que me deje llevar por estos, hasta que me di cuenta de que estaba en tu calle. El corazón se me aceleró, sabía que podías estar asomada a la ventana, y pequeñas gotas de sudor que hasta entonces no habían salido empezaron a asomarse por mi frente. Como un resorte mi cuerpo medio curvado se puso erguido y mis pies que caminaban hacia fuera como los de un pingüino se pusieron rectos. Mis manos sudorosas se escondieron en mis bolsillos y mis ojos tímidamente se dirigieron hacia tu ventana para ver si allí te encontrabas. Mi paso se volvió seguro y firme como el de un militar desfilando el día de la fiesta nacional, una sonrisa me surgió al darme cuenta de lo que estaba haciendo, decidí que aquello no era natural en mí, entonces me relaje e intente ser yo mismo. Levante la vista y allí te encontrabas, brillante como siempre, con tu pelo negro, con tus labios sensuales y carnosos, con tu figura que me volvía loco. Llevabas una camiseta de tirantes, y dejabas que el aire jugará con tu pelo, pensé en ese instante quien fuera aire para poder tocarlo, para rozar tus labios y colarse por es camiseta para tocar tu cuerpo dulce y suave. Quería que te fijaras en mí, que tus ojos me miraran, deseando que algo sucediera, que en ese instante una anciana estuviera en peligro y yo correr a rescatarla para que me vieras hacer una acción heroica, pero como siempre no sucedía nada. Continué caminando esperando que me miraras que tus ojos aunque fueran por un instante se posaran en mi cara o que por lo menos vieras mi nuca mientras me alejaba. Mirando al frente sin querer mirar hacia ti pase por delante, imaginando que pensabas quien seria aquel chico interesante. Por fuera podría parecer un hombre seguro de mí mismo, pero por dentro estaba temblando, inseguro y parecía un niñato que quería llamar la atención de una princesa siendo un simple vagabundo. Sabía que podía estar haciendo el ridículo pero no me importaba, solo quería una mirada tuya. Cuando por fin hube pasado gire la cabeza para ver si me mirabas, pero o sorpresa mía desde detrás de las cortinas salió el cogiéndote por la cintura y dando te un beso en el cuello tú te volviste y le diste uno en los labios. Mi mundo de fantasía se derrumbó y aquel cuerpo altivo y seguro se encorvó y mis pies se abrieron y empecé a caminar como Chaplin en alguna de sus películas. Una gran tristeza nubló mis pensamientos y estuve a punto de ponerme a llorar. De repente un pensamiento cruzó mi mente, y una sonrisa se dibujó en mi rostro, la calle siempre estaría allí, igual que tu ventana, igual que tu casa ya que esas son cosas fijas e inamovibles, así que tú siempre estarías allí mirando por la ventana y yo siempre pasaría esperando verte y que tu te fijaras en mí, esperando hacer algo que llamará tu atención. Mañana será otro día, deseando que por fin te fijes en mí.
Soy
la gota de agua que cae en tu cabeza, recorre tu frente suave y se
desliza por tu mejilla sonrojada, roza tus labios carnosos, camina
por tu cuello, deseando poder besarlo, se desplaza por tu pecho, como
un nómada entre las dunas, roza tu ombligo, se desplaza por tu sexo
intentando sacarte un suspiro, cae por tus piernas rozándolas
suavemente llegando a tus pies y perdiéndose entre tus dedos. Soy la
gota que desaparece por el desagüe, que navega por las tuberías,
que llegan al mar, que pide al sol que la evapore para poder ser
nube, que busca otras nubes para hacer una tormenta para caer de
nuevo como gota de agua y rozar de nuevo tu cuerpo el cual anhelo y
deseo. Sé que un día tu lengua me cogerá y entonces me absorberás
y entonces seré completo pues ya no solamente rozaré tu piel sino
que estaré dentro de ti, seré parte de tu agua. Sé que algún día
volverá a salir de tu cuerpo y seré de nuevo una gota que caerá
por tu frente, que se deslizara por tu mejilla....
Cuenta la leyenda, que la locura decidió un día visitar la tierra. Su hermana la sabiduría le dijo que lo hiciera, ya que la locura estaba triste pues pensaba que ella era la responsable todos los males que en ella reinaban. Bajo a la tierra con forma de viento para poder desplazarse y no dejar ni un lugar que visitar. Viajo, viajo y observó al hombre durante días y volvió a su reino, con una sonrisa en la cara. La sabiduría le preguntó por su alegría y esta le respondió: “ Yo pensaba que mi presencia hacia que el hombre hiciera cosas malas, pero me di cuenta de que inspiró al artista, al cineasta, al idealista... llaman loco al que quiere cambiar las cosas, al que aporta novedades, al que propone teorías de cambiar la sociedad, la gente hace locuras por amor. Sé que tengo mi lado oscuro y que si se me utiliza demasiado puedo ser perjudicial, no seré perfecta, pero soy el complemento que el hombre necesita”. La sabiduría le miró con una sonrisa y cogiéndola de la mano le dijo: “Somos hermanas y creo que eso lo dice todo”.
Me encuentro tumbado en la cama, a mi izquierda un cenicero con medio cigarro a consumir junto a un vaso de whisky. Enciendo el portátil, necesito escribir, dejar que mi mente se libere, poner letra tras letra y que estas letras hagan una palabra y que estas palabras hagan una frase con sentido. Miro a mi izquierda buscando el vaso para dar otro trago, el humo que sale del cenicero tiene forma de mujer, por lo menos es lo que mis ojos quieren ver. Observó como la figura de niebla se acerca a mí, en ese momento pienso si me estaré volviendo loco o el alcohol consumido ya está llegando a mi cerebro y nublan mi razón, haciéndome ver aquella figura femenina que se encuentra frente a mí. La silueta acerca una mano a mi cara y me toca y noto como todos los pelos se me erizan. No siento miedo solo calidez, su cara se va dibujando y veo un hermoso rostro que acerca sus labios a los míos. No sé si besar el humo, ya que tengo miedo de que desaparezca, pues el solo roce de mis labios puede hacer que se diluya. Antes de poder reaccionar un soplo de aire entra por la ventana y esta se desvanece. Maldito aire que me sirves para respirar pero que borraste mi figura de humo. Me quedo quieto, pensando si tendría que escribir sobre esto, no lo hago apago el ordenador, me tumbo en la cama y pienso que mañana será otro día.
Con este relato intente expresar que la inspiración puede aparecer en cualquier momento, pero están volátil, que sino eres capaz de retenerla se escapa entre tus dedos, esperando que llegue una segunda oportunidad.
Espero que os guste y dejéis vuestros comentarios. Un saludo
Soy un cuadro mal pintado, cuyo autor empezó a crear y lo dejó olvidado. Soy una idea que no tiene forma. Soy un retrato que necesita ser acabado, para poder ser expuesto u olvidado en un rincón, pero teniendo la certeza de que mi forma está completa. Mi creador me empezó a pintar, pues creía en mí. Pasaba el tiempo mientras sus manos trabajaban, pero cuando más me miraba menos le gustaba, no conseguía plasmar lo que quería y cada vez me alejaba más de la forma deseada. Yo intentaba cualquier cosa para llamar su atención. Por las noches cuando me dejaba en un rincón yo me movía sigilosamente buscando un lugar donde la luz me reflejara nuevos colores que atrajeran su atención. No lo conseguía. Veía como poco a poco me dejaba de lado y comenzaba otros cuadros, en los cuales plasmaba toda su pasión. Yo mientras tanto en mi rincón veía la escena con tristeza, pensando que si no me movía de allí un día se fijaría en mí. Esto no sucedía y el polvo se acumulaba sobre mis esquinas, sobre mis trazos de pintura y la tristeza me envolvía, haciendo que los colores vivos que tenía en un principio se fueran apagando. Una mañana se acercó y pensé que por fin estaba en su mente, más equivocado no podía estar pues se aproximaba con pinceles en la mano con colores diferentes a los míos, entonces me di cuenta, iba a utilizarme para pintar otro cuadro. Quería huir, pero no podía, algo tenía que hacer para que no me tocara, para no quedar olvidado bajo la forma de otra pintura. Un ruido llamó su atención y me dejé caer al suelo duro y frío de la habitación. Hice un gran estruendo y uno de mis lados se rompió lo cual me salvo ya no era un cuadro útil. Me recogió del suelo me miro y le di asco pues si mi forma ya no le gustaba además estaba roto. Con un gesto me llevo a la habitación de los cuadros no acabados y mal pintados y allí me dejo olvidado en la oscuridad de aquel lugar. Desde la penumbra que me envuelve sigo deseando que algún día se acuerde de mí, que piense que yo fui su creación.
Soy un cuadro mal pintado, cuyo autor olvido en un rincón.
Con este relato intente expresar lo solo y olvidado, que puede sentirse alguien, cuando es arrinconado y abandonado por la persona que ama.
Espero que os guste espero vuestros comentarios. Un saludo
Aquella noche había sido dura, mi cuerpo y mi mente, por primera vez en mucho tiempo se habían puesto de acuerdo en un mismo fin, querían llegar a casa y meterse en la cama.
Mi cuerpo, como ser independiente, me decía “abre la nevera y come algo”, mi mente por el contrario me decía “acuéstate y vive”, siempre ganaba mi cuerpo, pero aquella noche, misteriosamente no fue así y quería meterme entre las sábanas y dormir plácidamente.
Era una noche cerrada, de esas que te recuerdan a una película de terror. Me vino a la cabeza el hombre lobo y mire por la ventanilla a ver si se veía la luna, pero no se encontraba allí, mientras la buscaba, tome una de las curvas de la autovía, que casi me conocía de memoria, eran muchos años pasando por el mismo lugar. De repente y como salido de lo más profundo de mi mente tuve un oscuro presentimiento, mire hacia el lado contrario y de repente de la nada vi un relámpago, un fogonazo que parecía que me envolvía, cerré los ojos y cuando los abrí allí no había nada solo oscuridad.
¿Qué había visto?, no lo sabía, mi corazón se había encogido y quería salir corriendo, y casi lo hace, cuando de repente empezó a sonar la radio. Di un salto pequeño en el coche y casi pierdo el control de este. Mi mente se puso en marcha, como un ordenador buscando mil respuestas que podrían aclarar aquello. En segundo llegué a la siguiente conclusión. La luz había sido el resplandor de los faros de otro coche, la radio siempre había estado puesta el problema es que no la había estado escuchando, pero siempre había estado allí.
Aunque había encontrado explicaciones a lo sucedido un escalofrío recorría todo mi cuerpo y puse la calefacción del automóvil. La sensación de frío empezó a desaparecer cuando me encontraba cerca de casa. Deje el coche en el garaje, sin poder olvidar lo sucedido y preguntarme aún qué había pasado. Mi cabeza siempre le da vueltas a todo, pues sino fuera así, supongo que la idea de lo sucedido ya habría desaparecido.
Abrí la puerta y directamente y me dirigí a la cama. Por una vez que cuerpo y mente estaban de acuerdo, no iba a desaprovechar esta circunstancia, así que cerré los ojos y entré en la dimensión de los sueños.
No sé que hora era, ni tampoco me importaba, pero el móvil que tenía en la mesita empezó a sonar. Lo primero que pensé, quién será el cretino que me estaba llamando. Todas las personas que conozco, y son pocas, sabían que tenía un trabajo nocturno. Sería la misma mierda de siempre bancos, seguros, telefonía móvil…… , pensé no cogerlo. El móvil sonaba y sonaba y parecía que no quería parar, esta insistencia me obligó a cogerlo sin mirar quien me llamaba.
—¿Dígame?
Dije con una voz mezclada entre el sueño y toda la mala educación que podía poner en mi tono de voz.
No contestó nadie
—¿Dígame?
Volví a repetir de manera más grosera.
— Javi— sonó una voz suave al otro lado.
—Si— respondí calmadamente, aquella voz, por algún motivo extraño me hizo callar de inmediato, todas las maldiciones que iba a decir.
— Soy Pedro, ¿podrías venir a mi casa?
Estaba desorientado, no sé si por el sueño, ni porque me estaba llamando a alguien que casi no conocía. En diez años que trabajaba con él, solamente había ido una vez a su casa, y fue por compromiso, ayudarlo en la mudanza.
—No te habrás equivocado de persona— pregunté.
Se hizo un silencio sepulcral
—Necesito que vengas están sucediendo cosas extrañas en mi casa y pienso que tú puedes ayudarme.
Ya empezamos con las bromas. En el trabajo todo el mundo sabe que me gusta el mundo de lo paranormal, y ya me estaban cansando este tipo de burlas.
—Ya lo sé, los objetos se mueven de forma involuntaria, has visto el fantasma de tu mascota…
No pude continuar con la ironía, la voz desde el otro lado me cortó de manera tajante.
—Quiero que vengas te necesito, tú eres el único que puede ayudarme.
Aquellas palabras imperativas y casi demoníacas me hicieron ponerme erguido en la cama y decirle:
—En media hora estoy ahí
Todo transcurrió rápido, más rápido de lo que yo habría deseado, no me dio tiempo a pensar. Me levanté me puse la ropa y me dirigí al garaje. Cuando entre en el coche y solo en ese instante pensé, ¿qué estoy haciendo? He reaccionado como un soldado antes las órdenes de un superior, en una de esas misiones de que busca voluntario, pero tú no quieres ser el elegido, pero no tienes razones para decir que no. Este pensamiento desapareció igual que surgió y arranque el coche y me dirigí a casa de Pedro.
Mi mente comenzó a pensar, sobre lo que estaba haciendo, pero la voz de Pedro empezó a repetirse en mi cabeza ocultando cualquier otra idea. Se repetían de forma constante y casi hipnóticas y decían de modo repetitivo, quiero que vengas, quiero que vengas, quiero que vengas, …… no podía borrarlas de mi cabeza y se clavaban en lo más profundo de mi mente.
Aparque el coche y me encamine a su casa, no me acordaba cuál era, pero mis pies me dirigieron hacia un patio blanco que estaba a la derecha de mí. Allí me encontraba parado sin acordarme de la puerta que era. Me quede quieto, inmóvil como una estatua delante de aquel patio hipnótico del cual no podía apartar la vista. Del fondo del patio empezó a aparecer la figura de una mujer anciana que se dirigía hacia mí.
Todo me parecía tan extraño, pero no podía darme media vuelta y salir corriendo de allí alguna fuerza me obligaba a quedarme quieto.
Se acercó a la puerta y retirándose hacia atrás dijo:
—Entra joven te está esperando— dijo con voz dulce.
Me está esperando. Cómo sabía aquella anciana por lo que yo había venido. De forma estúpida pregunté:
—Perdone señora, ¿Quién me está esperando?
—Tu compañero
Aquellas palabras me llenaron de terror, ¿qué estaba ocurriendo?, en lo que tarde en salir de mi estado de pánico y en un parpadeo aquella mujer había desaparecido.
Era el momento de salir corriendo, pero la voz de Pedro empezó a resonar otra vez en mi cabeza y con más fuerza y repetía quiero que vengas, quiero que vengas……
Las palabras que resonaban en mi mente me obligaban a seguir sin darme opción a darme la vuelta.
Sin control sobre mí, me arrastraban como una fuerza misteriosa que me dirigí hacia la escalera, empecé a subir.
Me acordaba que vivía en el quinto piso, lo único que recordaba de mi fugaz visita aquel día. Llegue a su rellano. Me di cuenta de un detalle extraño, no estaba cansado ni ahogado por mi culpa de mi adicción al tabaco. No le di importancia.
No me acordaba de la puerta en la que vivía, mire hacia los dos lados, primero al izquierdo y luego al derecho, al final del pasillo había una puerta abierta.
Me dirigí hacia ella, el pánico me dominaba, pero de repente surgió un sentimiento de curiosidad, tenía que entrar y aclara todo lo que estaba pasando.
De forma cautelosa me acerqué, pensando que en cualquier momento algo saldría de las puertas cerradas para arrastrarme y no volver a ver la luz jamás, pero no fue así. Mi camino estaba hecho y tenía que entrar allí.
Empuje con cuidado y se abrió haciendo un ruido suave, incluso podría decir dulce. El recibidor era tal como lo recordaba pequeño y claustrofóbico, algo que recordé de forma graciosa a su dueño, comentario no le gusto en su momento. Enfrente se encontraba la puerta del comedor abierta de par en par y al fondo de la habitación se encontraba la televisión encendida.
Mi voz temblorosa dijo:
—¿Hay alguien ahí?
Recibí el silencio por respuesta.
Volví a insistir:
—Pedro estás en casa, soy Javi he venido a ayudarte.
Silencio
El miedo oculto la curiosidad y quería salir de allí como alma que lleva el diablo, pero algo que no puedo explicar, me obligó a girarme hacia el aparato encendido que se encontraba al fondo del comedor.
Me acerqué tembloroso. Cuando estuve lo suficientemente cerca, una noticia surgió de la televisión, dándome una patada en la cara de realidad.
“Esta Madrugada— dijo la locutora con voz dramática característica de las noticias— se ha producido un accidente en la autovía. El conductor Pedro F.M. fue arrollado por otro vehículo, cuando este se encontraba en la cuneta por un pinchazo en la rueda derecha posterior del coche…”
El corazón me dio un vuelco si Pedro había fallecido ¿Quién me había llamado por teléfono?
Salí corriendo necesitaba echarme agua a la cara y despertar de aquella pesadilla, me dirigí al cuarto de baño que se encontraba enfrente, abrí el grifo y empecé a echarme agua en la cara: El agua estaba hirviendo, pero no me importo yo solo quería despertar. El vapor se iba acumulando en el espejo. Levante la cabeza para mirarme, pero no pude, una densa capa de vapor envolvía el cristal. Levante la mano para apartarla, pero de súbito empezaron a dibujarse unas letras que decían:
“Quiero que vengas”
Me tiré hacia atrás totalmente asustado, ningún músculo de mi cuerpo reaccionaba solo sentía terror como nunca había tenido.
Me estaba volviendo loco, así que con la poca cordura que me quedaba salí de allí gritando dirigiéndome hacia la puerta como una persona totalmente trastornada seguida por una jauría humana de gente cuerda.
Se cerró de golpe, dejándome encerrado en la pesadilla en la que me encontraba.
Mi horror fue mayor cuando vi la figura de Pedro, plantada delante de mí, pálida como el mármol. En sus ojos no había vida.
Aquella figura levantó lentamente la mano y me señalo una dirección giré la cabeza. Allí se encontraba la televisión, continuando con la noticia que había dejado a mitad.
“El conductor del otro vehículo que produjo el accidente Javi M. C.-estuve a punto de desmayarme al oír la noticia-también falleció, ya que tras el atropello perdió el control del coche y choco contra la mediana……”
Esas fueron las últimas palabras que oí antes de que Pedro pusiera su mano fría sobre mi hombro y dijera:
” Quiero que vengas ”
Este fue uno de mis primeros relatos, realizado hace muchos años en una galaxia muy lejana, pero aquí os lo dejo para que me deis vuestra opinión en los cometarios de si os a gustado. Un saludo a todos y que la fuerza os acompañe.