Quiero que vengas



Aquella noche había sido dura, mi cuerpo y mi mente, por primera vez en mucho tiempo se habían puesto de acuerdo en un mismo fin, querían llegar a casa y meterse en la cama. 

Mi cuerpo, como ser independiente, me decía “abre la nevera y come algo”, mi mente por el contrario me decía “acuéstate y vive”, siempre ganaba mi cuerpo, pero aquella noche, misteriosamente no fue así y quería meterme entre las sábanas y dormir plácidamente.

Era una noche cerrada, de esas que te recuerdan a una película de terror. Me vino a la cabeza el hombre lobo y mire por la ventanilla a ver si se veía la luna, pero no se encontraba allí, mientras la buscaba, tome una de las curvas de la autovía, que casi me conocía de memoria, eran muchos años pasando por el mismo lugar.  De repente y como salido de lo más profundo de mi mente tuve un oscuro presentimiento, mire hacia el lado contrario y de repente de la nada vi un relámpago, un fogonazo que parecía que me envolvía, cerré los ojos y cuando los abrí allí no había nada solo oscuridad.

¿Qué había visto?, no lo sabía, mi corazón se había encogido y quería salir corriendo, y casi lo hace, cuando de repente empezó a sonar la radio. Di un salto pequeño en el coche y casi pierdo el control de este. Mi mente se puso en marcha, como un ordenador buscando mil respuestas que podrían aclarar aquello. En segundo llegué a la siguiente conclusión. La luz había sido el resplandor de los faros de otro coche, la radio siempre había estado puesta el problema es que no la había estado escuchando, pero siempre había estado allí. 

Aunque había encontrado explicaciones a lo sucedido un escalofrío recorría todo mi cuerpo y puse la calefacción del automóvil. La sensación de frío empezó a desaparecer cuando me encontraba cerca de casa. Deje el coche en el garaje, sin poder olvidar lo sucedido y preguntarme aún qué había pasado. Mi cabeza siempre le da vueltas a todo, pues sino fuera así, supongo que la idea de lo sucedido ya habría desaparecido.

Abrí la puerta y directamente y me dirigí a la cama. Por una vez que cuerpo y mente estaban de acuerdo, no iba a desaprovechar esta circunstancia, así que cerré los ojos y entré en la dimensión de los sueños.
No sé que hora era, ni tampoco me importaba, pero el móvil que tenía en la mesita empezó a sonar. Lo primero que pensé, quién será el cretino que me estaba llamando. Todas las personas que conozco, y son pocas, sabían que tenía un trabajo nocturno. Sería la misma mierda de siempre bancos, seguros, telefonía móvil…… , pensé no cogerlo. El móvil sonaba y sonaba y parecía que no quería parar, esta insistencia me obligó a cogerlo sin mirar quien me llamaba.

—¿Dígame?

Dije con una voz mezclada entre el sueño y toda la mala educación que podía poner en mi tono de voz.
No contestó nadie

—¿Dígame?

Volví a repetir de manera más grosera.

— Javi— sonó una voz suave al otro lado.

—Si— respondí calmadamente, aquella voz, por algún motivo extraño me hizo callar de inmediato, todas las maldiciones que iba a decir.

— Soy Pedro, ¿podrías venir a mi casa?

Estaba desorientado, no sé si por el sueño, ni porque me estaba llamando a alguien que casi no conocía. En diez años que trabajaba con él, solamente había ido una vez a su casa, y fue por compromiso, ayudarlo en la mudanza.

—No te habrás equivocado de persona— pregunté.

Se hizo un silencio sepulcral

—Necesito que vengas están sucediendo cosas extrañas en mi casa y pienso que tú puedes ayudarme.

Ya empezamos con las bromas. En el trabajo todo el mundo sabe que me gusta el mundo de lo paranormal, y ya me estaban cansando este tipo de burlas.

—Ya lo sé, los objetos se mueven de forma involuntaria, has visto el fantasma de tu mascota…

No pude continuar con la ironía, la voz desde el otro lado me cortó de manera tajante.

—Quiero que vengas te necesito, tú eres el único que puede ayudarme.

Aquellas palabras imperativas y casi demoníacas me hicieron ponerme erguido en la cama y decirle:

—En media hora estoy ahí

Todo transcurrió rápido, más rápido de lo que yo habría deseado, no me dio tiempo a pensar. Me levanté me puse la ropa y me dirigí al garaje. Cuando entre en el coche y solo en ese instante pensé, ¿qué estoy haciendo? He reaccionado como un soldado antes las órdenes de un superior, en una de esas misiones de que busca voluntario, pero tú no quieres ser el elegido, pero no tienes razones para decir que no. Este pensamiento desapareció igual que surgió y arranque el coche y me dirigí a casa de Pedro.




Mi mente comenzó a pensar, sobre lo que estaba haciendo, pero la voz de Pedro empezó a repetirse en mi cabeza ocultando cualquier otra idea. Se repetían de forma constante y casi hipnóticas y decían de modo repetitivo, quiero que vengas, quiero que vengas, quiero que vengas, …… no podía borrarlas de mi cabeza y se clavaban en lo más profundo de mi mente.

Aparque el coche y me encamine a su casa, no me acordaba cuál era, pero mis pies me dirigieron hacia un patio blanco que estaba a la derecha de mí. Allí me encontraba parado sin acordarme de la puerta que era. Me quede quieto, inmóvil como una estatua delante de aquel patio hipnótico del cual no podía apartar la vista. Del fondo del patio empezó a aparecer la figura de una mujer anciana que se dirigía hacia mí. 

Todo me parecía tan extraño, pero no podía darme media vuelta y salir corriendo de allí alguna fuerza me obligaba a quedarme quieto.
Se acercó a la puerta y retirándose hacia atrás dijo:

—Entra joven te está esperando— dijo con voz dulce.

Me está esperando. Cómo sabía aquella anciana por lo que yo había venido. De forma estúpida pregunté:

—Perdone señora, ¿Quién me está esperando?

—Tu compañero

Aquellas palabras me llenaron de terror, ¿qué estaba ocurriendo?, en lo que tarde en salir de mi estado de pánico y en un parpadeo aquella mujer había desaparecido.

Era el momento de salir corriendo, pero la voz de Pedro empezó a resonar otra vez en mi cabeza y con más fuerza y repetía quiero que vengas, quiero que vengas……

Las palabras que resonaban en mi mente me obligaban a seguir sin darme opción a darme la vuelta.

Sin control sobre mí, me arrastraban como una fuerza misteriosa que me dirigí hacia la escalera, empecé a subir.

 Me acordaba que vivía en el quinto piso, lo único que recordaba de mi fugaz visita aquel día. Llegue a su rellano. Me di cuenta de un detalle extraño, no estaba cansado ni ahogado por mi culpa de mi adicción al tabaco. No le di importancia.

No me acordaba de la puerta en la que vivía, mire hacia los dos lados, primero al izquierdo y luego al derecho, al final del pasillo había una puerta abierta.
Me dirigí hacia ella, el pánico me dominaba, pero de repente surgió un sentimiento de curiosidad, tenía que entrar y aclara todo lo que estaba pasando.

De forma cautelosa me acerqué, pensando que en cualquier momento algo saldría de las puertas cerradas para arrastrarme y no volver a ver la luz jamás, pero no fue así. Mi camino estaba hecho y tenía que entrar allí.

Empuje con cuidado y se abrió haciendo un ruido suave, incluso podría decir dulce. El recibidor era tal como lo recordaba pequeño y claustrofóbico, algo que recordé de forma graciosa a su dueño, comentario no le gusto en su momento. Enfrente se encontraba la puerta del comedor abierta de par en par y al fondo de la habitación se encontraba la televisión encendida.
Mi voz temblorosa dijo:

—¿Hay alguien ahí?

Recibí el silencio por respuesta.

Volví a insistir:

—Pedro estás en casa, soy Javi he venido a ayudarte.

Silencio

El miedo oculto la curiosidad y quería salir de allí como alma que lleva el diablo, pero algo que no puedo explicar, me obligó a girarme hacia el aparato encendido que se encontraba al fondo del comedor.

Me acerqué tembloroso. Cuando estuve lo suficientemente cerca, una noticia surgió de la televisión, dándome una patada en la cara de realidad.
“Esta Madrugada— dijo la locutora con voz dramática característica de las noticias— se ha producido un accidente en la autovía. El conductor Pedro F.M. fue arrollado por otro vehículo, cuando este se encontraba en la cuneta por un pinchazo en la rueda derecha posterior del coche…”
El corazón me dio un vuelco si Pedro había fallecido ¿Quién me había llamado por teléfono?





Salí corriendo necesitaba echarme agua a la cara y despertar de aquella pesadilla, me dirigí al cuarto de baño que se encontraba enfrente, abrí el grifo y empecé a echarme agua en la cara: El agua estaba hirviendo, pero no me importo yo solo quería despertar. El vapor se iba acumulando en el espejo. Levante la cabeza para mirarme, pero no pude, una densa capa de vapor envolvía el cristal. Levante la mano para apartarla, pero de súbito empezaron a dibujarse unas letras que decían:

“Quiero que vengas”

Me tiré hacia atrás totalmente asustado, ningún músculo de mi cuerpo reaccionaba solo sentía terror como nunca había tenido.

Me estaba volviendo loco, así que con la poca cordura que me quedaba salí de allí gritando dirigiéndome hacia la puerta como una persona totalmente trastornada seguida por una jauría humana de gente cuerda.

Se cerró de golpe, dejándome encerrado en la pesadilla en la que me encontraba.

Mi horror fue mayor cuando vi la figura de Pedro, plantada delante de mí, pálida como el mármol. En sus ojos no había vida.

Aquella figura levantó lentamente la mano y me señalo una dirección giré la cabeza. Allí se encontraba la televisión, continuando con la noticia que había dejado a mitad.

“El conductor del otro vehículo que produjo el accidente Javi M. C.-estuve a punto de desmayarme al oír la noticia-también falleció, ya que tras el atropello perdió el control del coche y choco contra la mediana……”

Esas fueron las últimas palabras que oí antes de que Pedro pusiera su mano fría sobre mi hombro y dijera:


” Quiero que vengas ”





Este fue uno de mis primeros relatos, realizado hace muchos años en una galaxia muy lejana, pero aquí os lo dejo para que me deis vuestra opinión en los cometarios de si os a gustado. Un saludo a todos y que la fuerza os acompañe. 


2 Comentarios