Recuerdos



Sentado frente a la televisión comencé a ver los tres mosqueteros, de repente una gran luz invadió mi mente, una bomba escondida en lo profundo de mi caverna estalló y una gran cantidad de luces me trasladaron a mi infancia. Aquella tienda de disfraces donde mi madre me compraba aquel traje de mosquetero para salir en la fiesta que se iba a celebrar en el colegio en dos días. Lo recordaba como si hubiera sido ayer. Yo con mi traje rojo y mi sombrero de ala ancha, todo orgulloso y ella a allí de pie mirando con ternura y pensando de como su hijo se iba haciendo mayor. No sé si fueron los recuerdos pero por un instante sentí su olor a mi lado y su aliento mientras me daba un beso en la mejilla y me decía que guapo estaba. Estas imágenes invadieron mi mente y pensé por un momento que comenzaría a llorar, pero no fue así, pues por un instante aquellas luces la habían trasladado a mi lado y me hicieron sentirme el hombre más feliz del mundo. No quería que aquellos destellos que me habían hecho viajar aun pasado ya olvidado se difuminaran en mi mente, quería que continuaran allí en todo momento, no quería perder aquella sensación, aquel calor en mi cara que me hacia sentir que estaba junto a mí, pero como siempre suceden estas cosas son efímeras y desaparecen, igual que los colores de mi mente, pues en esta vida nada es eterno ni los sentimientos ni el calor de las personas que tienes a tu lado. Antes que todo se difuminara quise alargar mi mano y conservarlas, pero igual que vinieron se fueron. Abrí los ojos y allí estaban los tres mosqueteros, gritando su consigna, mientras al fondo en segundo plano me pareció distinguir la figura de un pequeño personaje con su madre cogiéndole de la mano y diciéndole al odio: “ Cariño siempre estaré a tu lado”.

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