Era
una tarde de verano y me encontraba sentado en una terraza, dando
sorbos cortos a una cerveza. Mis ojos se movían rápidamente de un
lado a otro, mirando a las mujeres que con ropa ligera se movían
delante de mí. Mi mente pensaba que todas ellas se exhibían para
mostrarme sus cuerpos y sus nuevos modelistas del verano. La verdad
no era aquella, por mucho que mi mente quisiera, su intención
simplemente era ponerse ropa ligera para aguantar el calor del
verano. Aun así en mi cabeza se producían los más oscuros
deseos carnales, mi imaginación avanzaba más allá de lo visual,
montando mil historias eróticas, sacadas de mil películas porno que
se movían como imágenes perdidas en una bacanal. Sabía que aquello
nunca pasaría, pues las mujeres son un mundo que me gustaría
explorar, pero mi timidez y mi poca confianza, me hacían ver que
aquellas imágenes que nunca saldrían de las cuatro paredes de mi
cabeza. Todas aquellos pensamientos recorrían mi mente sabiendo que
al final volvería a casa solo, y que con mi juguete algún trabajo
manual tendría que realizar con todas las fotos que mentalmente
había recopilado.
Di
el último trago a mi vaso medio vació y a través del culo de este
pude ver una figura, que hacia mí se acercaba, el cristal la
deformaba, aun así sus curvas estaban acentuadas. Estaría soñando,
y mis deseos más secretos se estarían cumpliendo o solo era un
efecto óptico producido por el cristal del vaso que tenía en mis
manos temblorosas. No sabía si bajarlo o mantenerlo en aquella
posición esperando que la figura se alejara desapareciendo como
fantasma en la niebla de mi imaginación. Baje la mano despacio, no
quería parecer una avestruz que esconde su cabeza en el interior de
un vaso, no era un sueño, delante mío se encontraba su figura
angelical. Retiro la silla hacia tras y poso su cuerpo sobre esta con
una gracia que hizo que mi corazón latiera tan rápido, que pensaba
que iba a salir corriendo y gritando como un loco.
Allí
sentada ante mí se encontraba, mirándome a los ojos con su pelo
negro y liso, con sus ojos verdes y su cara que me pareció la de una
actriz de los años treinta. No podía gesticular palabra, una fuerza
extraña me agarraba la garganta, no permitiéndome decir nada,
aunque estaban ahí se negaban a salir. Quería decir mil cosas,
pero no me salia ni un simple hola. Pasaron unos minutos, que a mí
me parecieron horas, en los cuales los dos nos estábamos observando
sin mediar palabra, que esperaba no soy hombre de acción y mi
conversación es limitada. Que fácil es ver a los actores de cine,
con sus frases ingeniosas, que con un solo gesto o una sola palabra
es capaz de sacar una sonrisa.
Ella
me miraba esperando a que dijera algo, pero era incapaz, incluso de
decir hasta los tópicos que se dicen en estas situaciones. Saque
fuerzas de la desesperación y mi boca se dignó a moverse y mis
labios esbozaron una sonrisa y mis palabras iban a salir cuando como
salido de la nada se acercó una figura y dijo:
---
Hola, ¿eres Ainhoa?
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Si---respondió ella, en su cara se podía ver que aquella voz le
estaba sacando de una situación comprometida.
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Llevo rato buscándote, me dijiste que llevarías una blusa verde y
eres la única de la terraza que lleva una.
---
Entonces tú eres David---dijo mientras apartaba su mirada de mí y
la clavaba en la figura allí presente
---
Si---dijo mientras esbozaba una sonrisa que le recorría toda la
cara.
Menos
mal que nadie se fijaba en mí, pues la cara de estúpido que tendría
era digna de colgarla en la red para tener mil me gustas en cuestión
de segundos. Ella se giró hacia mí, intente mostrar una sonrisa,
que me interior era un mar de lágrimas, ella con una sonrisa de
timidez y vergüenza por la confusión cometida dijo:
---
Lo siento, espero que me perdones, pensaba que eras la persona con la
que había quedado---
Respondí
lo más estúpido que uno puede decir en estos casos.
---
No pasa nada una confusión la puede tener cualquiera---
---
Gracia por entenderlo---dijo mientras se levantaba y se dirigía
hacia otra mesa con aquella figura odiada.
Paso
un rato hasta que mi cabeza empezó a procesar la información, y un
grito desesperado surgió de esta, no se puede ser más estúpido, no
encontrar palabras para decir un simple hola, pero que fácil
salieron aquellas de despedida...... no pasa nada... como que no pasa
nada, se sienta en mi mesa me mira a los ojos, noto que soy la
persona que se había imaginado por lo menos físicamente y no soy
capaz de decir nada.
Mi
mente se quedó en blanco por un instante, que me sirvió para no
pensar, de lo cerca que había tenido a una mujer. Me levante, pague
al camarero y me dirigí a mi casa realizar trabajos manuales
pensando en aquella hermosa figura.
2 Comentarios
Genial tu relato!! Uff!! vaya situación Besos Carlos!!
ResponderEliminarInteresante relato. No hay explicación para relación humana. Un saludo y libertad
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