El amigo



Nunca pensé que sería aquella noche cuando mis dedos tocaron tu cuerpo. Nunca me pude imaginar que mis labios secos por la vida, por fin se posarían en tu sonrisa húmeda y sensual, que seguramente me recordarían a dos pequeñas esponjas rosadas, que me traían a mi mente recuerdos de juventud cuando jugaba en la bañera de mis padres con aquellos dos objetos, el problema entonces era que no estabas tú. A lo mejor me estaba precipitando y mis manos y mi boca ya te estaban acunando cuando todavía no habíamos empezado. Como hombre enjaulado, daba vueltas por la casa, comprobando una y otra vez si el teléfono móvil tenía batería o si se había desconectado o si el destino cruel me había dejado sin cobertura, no recibiendo tu llamada, esa llamada prometida que me harías cuando llegaras a casa, para quedar esa noche a tomar algo. Pasaban las horas, más rápidas de lo que yo nunca me había imaginado y no sabía nada de ti. Por la cabeza me pasaron mil ideas, entre ellas llamarla y preguntarle si lo de quedar esa noche era cierto o era una mala pasada de mi subconsciente que había escuchado palabras donde solo había silencio.
El móvil empezó a sonar, el tiempo que hasta entonces había sido un velocista se detuvo, todo lo que vino a continuación me pareció una película a cámara lenta, yo dando un salto de la silla como si una bomba hubiera estallado, girarme y encaminarme como un oso perezoso hacía el teléfono, que no sé por qué se había alejado aunque lo tenía al lado. En ese momento pensé que menos mal que no tenía un espejo delante pues los gestos que estaba poniendo, y la forma en la que me estaba moviendo, mostrarían el gran ridículo que uno podía hacer cuando esperaba una llamada deseada.

- Diga - porque tenía que poner aquella voz de tonto, que parecía un mayordomo intentando impresionar al señor de la casa.

- Hola, Javi, ¿Cómo estas ?, que pregunta más tonta, si nos hemos visto esta mañana en el trabajo. - notaba su voz nerviosa.

- Bien, aquí viendo la tele - que gran genio que soy para las respuestas.

- Bueno lo de esta noche...............

El corazón me empezó a latir tan rápido que pensaba que saldría corriendo y empezaría a dar vueltas por la habitación.

- ...............que no voy a poder quedar, es que tengo unos problemillas que tengo que solucionar.

Aquel órgano que había salido corriendo se paró de repente y empezó a soltar unas pequeñas gotas color sangre llamadas lágrimas.

- ¿Estás ahí?

- Si, es que pensaba que alguien estaba entrando por la puerta - otra respuesta genial - pero que es lo que te pasa quizás yo te pueda ayudar.

Que falsos que somos los hombres a veces, claro que la quería ayudar, a quitarse la ropa para que nos metiéramos en la cama y hacer sexo toda la noche como dos locos.

- No sé - hizo una pausa - ¿Tú entiendes a los hombres?

Pero qué pregunta más absurda, si yo era un hombre, mejor que yo no creo que nadie los pudiera conocer.

- Como no los voy a entender, si yo soy uno.

- Ya lo sé pero como tu estas al otro lado a lo mejor tampoco los comprenderías.

Pensé, ¿En el otro lado?, es que hay dos lados de hombres, cada vez estaba más liado y no sabía qué contestar.

- ¿Cómo que en el otro lado?

- No te hagas el tonto, todos en el trabajo sabemos que eres gay, pero no hace falta que lo disimule conmigo.

Mi cara de sorpresa fue tan amplia como mi mandíbula dio de si, y dio mucho pues casi llega al suelo.

- ¿Y que os hace pensar que soy gay?, si nunca he hablado con nadie de mis tendencias sexuales.

- Tu manera de hablar, tu timidez, lo que te cuidas, tus gestos...........

Estaba totalmente fuera de mí, y no porque pensaran que era gay cosa que me daba igual, sino por sacar conclusiones por tener uno una forma de ser determinada.

- A lo mejor estáis equivocados y soy más hetero  de lo que podáis imaginar, aunque veo que tenéis una gran imaginación, además para qué querías quedar esta noche conmigo, a lo mejor era yo, el gay, el que pensaba seducirte y tener una noche loca de sexo.

Se oyó una enorme carcajada desde el otro lado.

- ¿Qué dices?, nunca pensé que una persona tan sensible como tu podría decir las cosas tan directas.

- Pues ya lo ves, cuando quiero no soy tan tímido, aunque en este caso es cuestión más de rabia que otra cosa, y todavía no me has respondido.

Hubo un silencio, estaba claro que estaba buscando las palabras que encajaran en aquella situación.

- Mira si me he equivocado lo siento, yo solo quería quedar contigo para hablar de mi novio, pensaba que como eras gay podríamos hablar de ello, pero por lo que se ve la situación se ha enredado.

- Esa es tú respuesta, como soy gay sé escuchar, se puede llorar en mi hombro y no voy a intentar aprovecharme de la situación, para acostarme contigo ya que estás vulnerable, ¿me equivoco?

Mis palabras eran como un grito que salían de mi boca, como si ella tuviera enteramente la culpa de la situación, pero con alguien me tenía que desahogar mi frustración de hombre tímido.

- Lo siento, si las cosas se han malinterpretado, ya nos veremos en el trabajo. - colgó el teléfono.

Deje el teléfono sobre la mesa y me senté, no entendía nada, qué sucede en este mundo de locos, que por ser una persona tímida y respetuosa con las mujeres uno es gay, por no tirarles piropos, por escucharlas cuando hablan. Es que a las mujeres en el fondo les gustan los cabrones y mujeriegos que las tratan como si fueran pedazos de carne con patas, con el solo objetivo en esta vida servir al hombre en la cama. Pero porque estaba siendo falso conmigo mismo, si mi primera intención había sido esa, acostarme con ella. Mejor dejo las reflexiones, me meto en la ducha, ya que bañera no tengo y juego con las esponjas, ya que son las únicas que esta noche mi sexo van a tocar.

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