Inspiración Macabra



macabro, macabra
adjetivo
Que tiene relación con el aspecto más repulsivo y desagradable de la muerte.


Hace tiempo para poder inspirarme a la hora de escribir bebía alcohol, pero esto me produjo una adicción que me costo un matrimonio, así que tuve que dejar la bebida, pues si seguía por ese camino también me iba a costar la vida. Pero no fue la vida lo que perdí sino mi inspiración a la hora de escribir. Las hojas estaban en blanco aunque las ideas rondaban mi cabeza, pero ninguna querían salir, preferían encerarse esperando que algo las despertara. Como siempre y ante la falta de ideas me quede dormido delante del ordenador, pues me desperté con las manos cruzadas sobre la barriga y entre bostezo creí oír un ruido, mire a mi alrededor, y no vi a nadie, aunque yo hubiera jurado oír algo. Allí solamente estábamos yo y mis utensilios de escritura, que como siempre se encontraban en blanco. En estas fechas del año, cuando el calor apretaba en la gran ciudad, me iba a la casa del pueblo, un edificio de tres plantas en cuyo último piso había establecido mi estudio, desde el cual podía observar toda la montaña, que a veces me había servido de inspiración de alguno de mis relatos, o fue el alcohol no lo sé la verdad, lo único que era seguro en es que en aquellos momentos no me servia para nada. Estire los brazos y me desperece y de nuevo creí oír un ruido, que provenía de los pisos de abajo, aquello no podía ser ya que estaba yo allí solo. Un escalofrió recorrió mi cuerpo y en ese momento pensé lo bien que vendría un trago. Tuve que apartar aquella idea, por una vez quería que mi fuerza de voluntad fuera más fuerte que cualquiera otro pensamiento que se me cruzara por mi cabeza. El sol ya se estaba ocultando tras las montañas y la oscuridad empezaba a ganar terreno.  Fui a la cocina que se encontraba en el primer piso y saque de la nevera un refresco y un emparedado que me había preparado con anterioridad por si el hambre me entraba. En aquel silencio solo se oía el ruido de mi boca al mascar, esta situación por un instante me puso nervioso, hasta que oí un portazo en los pisos superiores. Di un brinco y casi me ahogo con el bocado que tenía entre los dientes. Comencé a toser buscando con mi mano la bebida que tenía a mi lado, cuando al final la encontré le di un gran trago. Cuando me calme un poco, y por fin pude pensar un escalofrió recorrió mi espalda, aquella casa parecía que había sido construida para que no corriera el aire, por lo tanto, aquello no podía haber sido una puerta que se cerrara de golpe. Deje la bebida sobre la mesa y me dirigí hacia la escalera, eso si antes cogí aquella porra de madera, que tenía por seguridad en la que se podía leer “ Anestesia Rápida ”. El sol ya se había ocultado y comencé a subir mientras encendía la luz de la primera planta. Todas las puertas estaban abiertas por lo tanto aquel estruendo de puerta no se había producido allí, así que continué subiendo, asegurándome que allí ni había nadie no quería dejar nadie escondido a mis espaldas.  Hasta ese momento no había tenido miedo pero el saber que quedaban menos pisos y que con algo me podía encontrar hizo que se me acelerara el corazón. Aquella escalera estrecha  me parecía la boca del infierno en aquel instante y lo que realmente me aterraba es que no estaba bajando sino subiendo. Llegue al segundo piso y también estaba vació ya solo me quedaba mi estudio aquel lugar falto de inspiración. Subí con cuidado haciendo el menos ruido posible, y encendí la luz. Una figura se encontraba paralizada delante mío, en su mano una linterna y una bolsa donde estaba metiendo mi portátil. Nos miramos por un instante y cuando vio mi porra en la mano intento huir por la ventana que daba a a los tejados contiguos, pero fue más rápido que el y por una vez en mi vida no me quede paralizado y me abalance sobre el propinando un fuerte golpe en la cabeza, que hizo que cayera al suelo con un golpe sordo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, nuca había tenido valor para hacer cosas como estas, y por una vez me sentía bien conmigo mismo, pero todos aquellos pensamientos de victoria desaparecieron cuando mi conciencia me advirtió que podía estar muerto. Me acerque al cuerpo, y observe que en su cabeza había una gran herida de la que brotaba la sangre y comprobé si respiraba, en mis relatos parecía más simple encontrar a una persona el pulso pero como no sabía si lo estaba haciendo bien, así que mire si el pecho subió y bajaba, nada. Coloque mi oído junto a la boca para escuchar la respiración, nada. Acerque mi mejilla a la boca y nariz de aquel cuerpo para notar el calor del aire espirado y nada. Estaba claro aquel cuerpo no tenía vida. No sabía como reaccionar así que deje caer mi cuerpo sobre la silla más cercana, deje caer la porra al suelo y comencé a llorar. No sabía que hacer, había matado a un hombre, al principio todo me pareció oscuro pero según me fui calmando, una sensación extraña recorrió mi cuerpo no sé como explicarla, pero no sentí tantos remordimientos como yo pensaba después de realizar una acción tan vil como aquella.Después de un rato observando aquel cuerpo sin vida, me di cuenta de que en mi cabeza había miles de ideas que querían salir, cogí una libreta de un cajón y un lápiz y empece a escribir, era increíble las letras brotaban solas, no necesita casi ni pensar. 

Estaba escribiendo.

Pasaron los días y casi tenía mi obra maestra terminada. La cosa no había cambiado mucho aquel cuerpo que estaba sentado delante mío empezaba a oler, cosa que se podía evitar si bajaba al pueblo y compraba unos ambientadores. La inspiración solo bien de vez en cuando y la verdad no podía dejar pasar aquella oportunidad que se me presentaba antes de que el cuerpo se pudriera o la policía me descubriera, pero esperaba que lo segundo no se produjera pues ya estaba pensando en mi próxima obra y creo que para ella necesitaré un nuevo cadáver.

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